Un buen día, idearon todo un plan maestro junto con otros amigos de la ópera para sacar a los judíos que querían escapar de Alemania y a los que Gran Bretaña autorizaba la acogida temporal siempre y cuando tuvieran solvencia económica pero —porque siempre hay un «gran pero»—, los Nazis no les permitían salir con objetos de valor y/o dinero.
Ahhh pero no contaban con la astucia de este par de mujeres que estaban decididas a hacer cualquier cosa por ayudar a los judíos y salvarlos.
Con el apoyo de sus amigos de la ópera, contactaban con los judíos que deseaban escapar a Gran Bretaña y aunque no podían sacar el dinero, sí que podían convertirlo en pieles y joyas que las hermanas pasaban con ellas puestas al regresar a Londres tras la actuación a la que asistieran en Alemania.
Ellas no levantarían ningún tipo de sospecha, era mujeres que viajaban para disfrutar de la ópera y que salían de casa con lo justo para regresar llenas de cosas de valor como si fuesen princesas.
Incluso, tenían todo un sistema de paso por diferentes aduanas para no levantar ningún tipo de sospechas.
Una vez en Gran Bretaña, vendían todo y esto les permitía convertirse en garante financieros de los refugiados judíos.