Yo me estrené escribiendo romance paranormal, por lo que escribir una novela romántica pura, me daba miedo porque no sabía cómo o por dónde entrarle.
Es más, no entendía cuál era la finalidad de escribir una historia de amor en donde solo ocurría eso: la historia de amor.
¿En dónde quedaban la acción y la magia, lo dragones o los brujos?
Pero entonces, recordé una historia real, contada por alguien a quien aprecio mucho hoy en día y fue como una revelación que se presentaba ante mí.
Esta persona, una mujer con la edad de mi madre, perdió a su marido muy joven. Se encontró un día sola, con cuatro niños y un montón de deudas.
¿Cómo tuvo que haber sido de dura su situación en ese momento? No años después cuando me contaba su proceso, sus hijos ya tenían sus vidas y ella logró salir adelante con un éxito indiscutible.
La situación ha debido ser dura, dolorosa, frustrante y no porque no pudiera hacerlo sola porque era mujer y no era capaz. No. Mi percepción más bien fue dirigida a su proceso ante una situación repentina: un día tienes una vida y al siguiente te derrumban todo, te arrancan un pilar fundamental y te dicen: «empieza de cero tu sola con todo esto encima».