Un niño huérfano que se va a vivir con su abuela, la que siempre le contaba extrañas historias de que las brujas no solo existen, sino que quieren eliminar a todos los niños del mundo.
Las describe calvas, con ojos extraños, manos deformes, pies cuadrados sin dedos y un olfato sensible para el cual el aroma de los niños resulta nauseabundo; por lo que le explica que aunque a simple vista parecen mujeres normales se pueden detectar si se esta atento a ciertas actitudes: constantemente se rascan la cabeza ya que sus pelucas les irritan la piel, usan guantes indiferentes a la estación y zapatos anchos que no lastimen sus pies, además de hacer frecuentemente gestos de asco ante los niños.
Y también le cuenta que una amiga de la infancia, llamada Erica, fue víctima del ataque de una bruja y pasó el resto de su vida encerrada en una pintura.
Asimismo, insinúa que el dedo amputado en su mano es consecuencia de haber sobrevivido en su infancia a un encuentro con una bruja.
El niño, casualmente, un día jugando en la casa del árbol en el patio de la casa de su abuela se encuentra con una mujer que tenía todas las características que su abuela le dio a cerca de las brujas, esta llevaba una serpiente en las manos y le invitaba a bajar de la casa.
Tras una afección en la salud de su abuela, vana pasarse una semana a un lujoso hotel cerca del mar por ordenes del médico, sin saber que en el hotel se celebra un evento: una conferencia anual de brujas.